En el México prehispánico celebraban el advenimiento de Huitzilopochtli (Dios de la Guerra) durante la época invernal. A esta época se les llamaba Panquetzaliztli y duraba del 16 al 26 de diciembre.
Como tantas tradiciones de México, la historia de las posadas navideñas tiene su origen en el proceso de evangelización de estos pueblos.
Durante los siglos XVI y XVII, los frailes encargados de convertir a los nativos del Nuevo Mundo al catolicismo buscaban un punto en común con las religiones prehispánicas, que ellos consideraban “paganas”.
Adaptaban la creencia o tradición prehispánica para que encaje con el cristianismo y si era es necesario, las mezclaban; y sustituían las viejas creencias y celebraciones con las nuevas versiones cristianizadas.
Así, esta celebración fue cambiando debido a la evangelización que se realizó en la Nueva España. La imagen de Huitzilopochtli fue sustituida por la de María y José, cambiaron la tradición azteca por festejos llamados “misas de aguinaldo”, en las que se leían pasajes y representaciones alusivas a la Navidad.
Una vez reunidos los invitados a esta celebración, se disponen a representar la solicitud de alojamiento que realizaron San José y la Virgen María en su peregrinar de la ciudad de Nazaret en camino a Belén.
Para simbolizar este acontecimiento los invitados hacen dos grupos, uno de ellos debe salir de la casa acompañados de figuras que representan a los peregrinos, José y María, los cuales piden posada en la puerta entonando letanía que son contestadas por los que están adentro, representando a los que dan la posada.
En estas celebraciones se daban pequeños regalos a los asistentes conocidos como “aguinaldos”, de ahí que esa prestación que se da por ley en México en la que se recibe un “dinerito extra” se llame igual.
Cuando termina el canto, empieza la convivencia en la que se puede comer y beber, para después “romper la piñata”, un elemento esencial en las posadas, la piñata, de siete puntas representaba las tentaciones malignas a través de los siete pecados capitales y romperla a ciegas representaba el triunfo de la virtud sobre la tentación, y la recompensa o justo premio consistía en la diversidad de frutas y golosinas que caían del interior de la piñata (desde las alturas) para delicia de los concurrentes.
Aunque la razón original tiene que ver con la enseñanza de la doctrina cristiana, actualmente los mexicanos celebran las posadas navideñas como una forma de convivir con los vecinos, amigos, compañeros de trabajo y familia.
Revisa aquí los recorridos y horarios de las posadas públicas de nuestra bella ciudad y participa de estas tradiciones.